sábado, 20 de mayo de 2017



SOLEDAD.

Me dijeron, que eras una opción a seguir,
que matabas, asfixiabas, que consumías,
que no resultabas bella ni por elección,
que nunca podría ponerte música…,
me harías llorar y ese llanto no entendería de notas ni colores;
que la música fue inventada para saciar la Soledad del hombre.

Me dijeron, que se trataba tan solo de una simple ecuación,
en la que se te despejaba.
¡Que desearía perderte!
que eras sinónimo de una playa vacía,
de una multitud de ojos mirando sin verme,
de un desatino…,

Y caí en tus brazos,
atrapada por una tupida red.
Pidiéndole a las estrellas fugaces,
me avisaran si alguien susurraba mi nombre,
ese alguien que me besaría el alma,
más allá de mis defectos,
más allá de mis cicatrices,
más allá de mi torpeza.

Me canso, me pierdo y comienzo a sentir ese miedo de no saber,
¿Qué diablos hice mal esta vez?,
y me vuelvo…,
para empezar de cero, ¡Sola!
Me subleva el pensar que pocos creen en mi…,
pudiendo con todo,
simulando felicidad,
para aquellos que se acostumbraron a verme sonriendo.
No me culpes,
es un mecanismo de defensa automático,
¡Se activa cuando, entre el caos me siento Sola!

Me dijeron, que me limpiarías el ego,
que aprendería a discernir entre lo importante y lo urgente,
que tenías un precio…,
la misma Soledad.
Un precio, que merece ser pagado:
por aprender a vivir feliz,
por no atar jamás mi destino a una persona o enfermedad,
sino, a una meta!

D.M.

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