SOLEDAD.
Me dijeron,
que eras una opción a seguir,
que matabas,
asfixiabas, que consumías,
que no resultabas
bella ni por elección,
que nunca
podría ponerte música…,
me harías
llorar y ese llanto no entendería de notas ni colores;
que la
música fue inventada para saciar la Soledad del hombre.
Me dijeron, que se trataba tan solo de una simple ecuación,
en la que se te despejaba.
¡Que desearía perderte!
que eras sinónimo de una playa vacía,
de una multitud de ojos mirando sin verme,
de un desatino…,
Y caí en tus
brazos,
atrapada por
una tupida red.
Pidiéndole a
las estrellas fugaces,
me avisaran
si alguien susurraba mi nombre,
ese alguien
que me besaría el alma,
más allá de
mis defectos,
más allá de
mis cicatrices,
más allá de
mi torpeza.
Me canso, me pierdo y comienzo a sentir ese miedo de no
saber,
¿Qué diablos hice mal esta vez?,
y me vuelvo…,
para empezar de cero, ¡Sola!
Me subleva el pensar que pocos creen en mi…,
pudiendo con todo,
simulando felicidad,
para aquellos que se acostumbraron a verme sonriendo.
No me culpes,
es un mecanismo de defensa automático,
¡Se activa cuando, entre el caos me siento Sola!
Me dijeron,
que me limpiarías el ego,
que
aprendería a discernir entre lo importante y lo urgente,
que tenías
un precio…,
la misma
Soledad.
Un precio, que
merece ser pagado:
por aprender
a vivir feliz,
por no atar
jamás mi destino a una persona o enfermedad,
sino, a una
meta!
D.M.
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